lunes, 7 de julio de 2025

Condón femenino: autonomía, placer y protección

 


¿Por qué nadie nos habló antes del condón femenino? ¿Por qué sigue siendo tan difícil encontrarlo? ¿Por qué, si tenemos una herramienta segura, eficaz y que nos da autonomía, no se promueve como debería?

 

Desde el Movimiento de Mujeres Positivas lo decimos con claridad: el condón femenino no es solo un método anticonceptivo. Es una herramienta política. Porque permite a las mujeres cuidar de sí mismas sin tener que pedir permiso. Porque nos devuelve el control sobre nuestra salud sexual. Porque en un mundo donde el placer y la protección siguen atravesados por desigualdades, tener opciones también es justicia.

 

El condón femenino —también conocido como condón interno— es una funda delgada, suave y resistente que se coloca dentro de la vagina antes del sexo. Tiene dos anillos: uno que va en el interior y mantiene todo en su lugar, y otro que queda afuera, cubriendo la vulva y dando una protección adicional contra infecciones de transmisión sexual. Está hecho de nitrilo, un material ideal para quienes tienen alergias al látex, y puede colocarse hasta ocho horas antes de la relación sexual. Es decir, no hace falta interrumpir el momento ni depender de que la otra persona quiera usar protección. O que acepte usarlo y que en medio de la relación sexual decida quitárselo

 

Suena bien, ¿verdad? Pero sigue sin estar disponible en todas partes, no se incluye en la mayoría de las campañas públicas de prevención, y todavía hay un montón de mitos que lo rodean: que es difícil de usar, que hace ruido, que incomoda, que no sirve. ¿La verdad? Como todo método, requiere un poco de práctica. Pero una vez que aprendes a usarlo, lo que viene es tranquilidad. Y, muchas veces, más disfrute.

 

Desde que fue aprobado por la FDA en los años noventa, el condón femenino ha mejorado notablemente en su diseño. Hoy en día es promovido por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud y ONUSIDA como una herramienta clave para la prevención del VIH y otras ITS. Sin embargo, el acceso sigue siendo limitado, y no porque falten pruebas sobre su eficacia, sino porque fue deliberadamente excluido de las políticas públicas de prevención. Que no aparezca en las campañas no es una omisión inocente: es una elección consciente de muchos Estados para evitar invertir en un método que otorga autonomía a las mujeres y rompe con la lógica del control masculino sobre el cuidado.

 

Desde el Movimiento de Mujeres Positivas decimos basta. Queremos acceso gratuito al condón femenino. Queremos que se hable de él en las escuelas, en los hospitales, en las campañas públicas. Queremos que esté disponible en todos los centros de salud. Queremos poder elegir. Porque el acceso a los métodos de cuidado no puede depender de la suerte, de cuánto dinero tengas o de dónde vivas.

 

El condón femenino no es solo una alternativa: es una oportunidad para cambiar las reglas del juego. Para poner la autonomía en el centro. Para cuidar la salud desde el deseo, el placer y la libertad. No todas lo van a usar, y está bien. Pero todas deberíamos tener la posibilidad de conocerlo, probarlo y decidir si es una opción para nosotras.

 

Cuidarse no debería ser un privilegio. Y elegir cómo hacerlo, tampoco.




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