Hoy martes 1 de marzo se cumple un nuevo Día de la Cero Discriminación,
fecha que se conmemora desde que fuera proclamada en 2013. El 2020 y el 2021
han sido años totalmente anormales, en donde las reglas de convivencia han sido
subvertidas debido a la pandemia de COVID-19, que
nos ha tocado vivir. Estamos en el 2022 y esperamos con optimismo encontrarnos
en la recta final de este proceso que ha significado un antes y un después para
la historia de la humanidad. Sin embargo, esta situación de “anormalidad”
también ha desnudado y puesto de relieve lo frágiles que son las leyes que
protegen contra la violencia y la discriminación a las poblaciones más vulnerables,
esos que no pocas veces los Estados se han jactado de apoyar con leyes
inclusivas, pero cuyo fondo y sostén son débiles y no resisten ninguna crisis.
Porque lejos de salir triunfantes, la pandemia nos mostró que los mecanismos
que deben proteger contra la discriminación y la violencia no se afianzan en
tiempos difíciles, sino que al contrario, se diluyen.
Nos queda para el futuro un análisis crítico y reflexivo de cómo el COVID-19
nos afectó a nivel humanidad, pero las Organizaciones de la Sociedad Civil tenemos
una tarea mucho más urgente, que es la de recoger los pedazos y componer el
tejido que sostiene los derechos de mujeres, niñas, personas con VIH, poblaciones
clave, refugiados, migrantes, personas trans, trabajadoras/es sexuales y, en general,
de todos aquellos para los cuales el Estado no tiene respuesta o la puede
posponer.
Pero el COVID-19 también nos ha enseñado que las metas propuestas para el
2030 están más lejos de lo que creíamos, no ya en el tiempo, sino en la propia
concepción de los actores políticos que se comprometieron a llevarlas adelante.
¿Cuánto más se han corrido las metas? ¿Diez, quince, veinte años? Las OSC
no podemos responder por los gobiernos y por los actores políticos cuya palabra
(en la mayor parte de los casos) vale lo mismo que dura la reunión de
compromiso y la foto para la prensa. Acaso podemos mencionar el valor agregado
de las comunidades para dar respuesta con los recursos de los cuales disponemos
allí donde los gobiernos se ausentan, pero además debemos redoblar los
esfuerzos y las campañas de activismo e incidencia, porque acaso lo único
rescatable que ha dejado la pandemia es que nos ha señalado, con una claridad insospechada,
donde fue que fallaron todos los procesos y mecanismos que debían proteger a
las/os más vulnerables.
Para este año, ONUSIDA ha propuesto el tema: “Eliminemos las leyes que perjudican, creemos leyes que empoderan”. Desde el Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Mujeres Positivas apoyamos y el lema, pero nuestro posicionamiento es que también se debe garantizar que esas leyes que empoderan no se vuelvan a quebrar ante el peso de ninguna crisis futura, sin importar la naturaleza de esta.
Nuestro abrazo a todes en este día.
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